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26 jun 2012

Agua Roja - Sebastián Guerra (México, 198?)

"I want to fuck you like an animal"
Nine Inch Nails - Closer 

a los Stars, a manera de homenaje

Cuando se enteró para qué estaba ahí, una náusea tremenda le asoló las entrañas. Su rostro embadurnado de maquillaje –que la señora Soledad le había untado con cariño hipócrita– se contrajo en una mueca de asco y miedo. Detrás de las cortinas de terciopelo rojo, el escenario estaba listo: las luces, hirientes, coloreaban el humo que las bocas de la clientela exhalaban a causa de la combustión de cigarrillos; del otro lado, aquel que sería su compañero jadeaba en espera del encuentro.

Era la primera vez que utilizaba el uniforme escolar y lo hacía como un mero trámite. Sabía que de un momento a otro sería despojada de esa ridícula falda a cuadros y de aquella camisa blanca que dejaba ver sus incipientes senos. Recién comenzaba a tranquilizarse, cuando una voz estridente anunciaba el espectáculo principal de la noche. Los aplausos sonaron en la pequeña sala y de improvisto se vio ante un público sediento de su desnudez. El hombre del vozarrón fue desvistiéndola, mientras los falos de la concurrencia comenzaron a brotar de los cierres. Confundida, sintió deseos de echarse a llorar, pero no lo había pensado cuando detrás de la cortina salió su amante.

Un éxtasis prodigioso cernió al recinto. En el escenario, era poseída con un hambre animal. Con brutales embestidas, el miembro del semental iba abriéndose paso en su vagina antes intacta, las garras como manos que apretujaban sus costillas, las babas le caían en su espalda procedentes del bestial hocico. Antes, su llanto conmovía, hoy sólo parecía condenarla más; llorar era lo que todos querían que hiciera.

Con un aullido terminó todo, la bestia regó su semen dentro del orificio, y su vagina terminó por vomitar aquel líquido. Los espectadores, con la lejanía que da el placer, eran ajenos a lo que delante de ellos sucedía. El presentador llevó al pastor alemán detrás de las cortinas, se acercó a uno de los asistentes y dijo:

–Listo, señores, espero que lo hayan disfrutado, siempre es un placer trabajar para ustedes.

Entonces el hombre de entre su cartera sacó un fajo de billetes y se lo entregó al anfitrión, mientras el escenario quedaba listo para la función siguiente.

Sebastián Guerra

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